Tras un comienzo en falso en la década de 1990, cuando la digitalización se convirtió por primera vez en una palabra de moda en el sector, la industria del petróleo y el gas parece estar ahora realmente preparada para adoptar lo que algunos han denominado la 4ª Revolución Industrial.

A principios de marzo, la empresa noruega de petróleo y gas Statoil anunció que abrirá un centro integrado de apoyo a las operaciones y un centro de operaciones de perforación en Bergen (Noruega) para apoyar las operaciones mar adentro de la empresa en la Plataforma Continental Noruega (NCS).

Statoil afirma que las dos nuevas instalaciones contribuirán a mejorar la eficacia de la producción y el potencial productivo de sus instalaciones frente a las costas noruegas. La visión a largo plazo de Statoil es extender el apoyo a sus instalaciones en tierra y a sus operaciones internacionales en alta mar. Esto no es nuevo para Statoil. El año pasado abrió un centro de apoyo a las operaciones en Austin (Texas), que actualmente supervisa los 1.100 pozos terrestres de la empresa en las zonas de Bakken y Eagle Ford.

Statoil no está sola. En los últimos años, todas las grandes petroleras y gasísticas han apostado por lo digital. En 2016, Total anunció que tenía el superordenador más potente de la industria, solo para que BP reclamara el “(ordenador) más potente para la investigación comercial”, en 2017, con una velocidad de procesamiento de 9 petaflops. En enero de este año, ENI declaró que sus sistemas HPC4 eran ya los más potentes del sector, con una capacidad máxima de cálculo combinada de 22,4 Petaflops.

¿Qué ha cambiado en los dos últimos años para que el sector del petróleo y el gas vea por fin la luz digital? Tras casi cuatro años de trabajo recortando costes para recuperar la rentabilidad a 40 dólares el barril, el sector busca cambios radicales para seguir transformando sus márgenes y su seguridad. El tiempo que pueden exprimir a los proveedores y aplazar los costes es limitado.

La digitalización, mediante el uso de macrodatos, aprendizaje automático, etc., podría ayudarles a aumentar la productividad y la eficiencia a largo plazo. El Foro Económico Mundial (FEM) estimó en un libro blanco con Accenture que la digitalización tiene el potencial de crear alrededor de 1 billón de dólares de valor para las empresas de petróleo y gas.

Al mismo tiempo, el coste de estas tecnologías, desde los sensores hasta la computación en nube, es cada vez menor, mientras que la capacidad de comunicación, es decir, la conectividad, es cada vez mayor, lo que hace que su adopción sea económicamente más factible que nunca.

Sin embargo, la digitalización no ha pasado por alto a las autoridades, al menos en Noruega. El mismo día en que Statoil anunció sus planes de abrir sus dos centros de apoyo en tierra firme en Bergen, la Autoridad de Seguridad Petrolera (PSA) de Noruega publicó un informe sobre los efectos de la adopción de la digitalización en la salud, la seguridad y el medio ambiente (HSE), elaborado por el Instituto de Investigación IRIS de Noruega.

Señala que la industria se encuentra en una posición compleja: dispone de mucha tecnología madura, pero también de una gran presión para mejorar la eficiencia y reducir costes y, por tanto, una mayor atención al desarrollo y uso de nuevas tecnologías, todo ello sin dejar de operar con sistemas y procesos de trabajo tradicionales. Habrá que prestar atención a la gestión de este proceso y a la interacción de las tecnologías maduras y las nuevas.

Sin embargo, la PSA no está en contra de la digitalización. Dice que el uso de operaciones integradas, operaciones remotas, atomización, robótica, inteligencia artificial, etc., puede producir procesos de trabajo más eficientes, sustituir el trabajo manual y producir mejores análisis y una mejor toma de decisiones. Pero el uso de estas tecnologías también puede plantear retos, “sobre todo en lo que respecta al conocimiento de la situación, la seguridad de la información, los errores humanos y el sabotaje”, afirma la PSA. “Por tanto, el sector debe vigilar activamente los cambios relacionados con el riesgo derivados de la digitalización”.

La percepción de que la digitalización o el uso de la robótica suponen una amenaza para la mano de obra preocupa a algunos. En febrero, en el Reino Unido, el sindicato de trabajadores Unite lanzó una campaña para “proteger el empleo de los trabajadores a medida que el sector de la energía empieza a recurrir en mayor medida a la robótica”. El sindicato afirma que la tendencia a la automatización total supone un riesgo para la mano de obra y ha desarrollado una estrategia para identificar las nuevas tecnologías que podrían amenazar el empleo.

Otros no lo ven como una amenaza para el empleo, sino más bien como un cambio en el tipo de trabajo que se hace y dónde se trabaja. Aunque se ha prestado mucha atención a la robótica, el informe IRIS señala que el sector se centra principalmente en el desarrollo y uso de herramientas y procesos para mejorar la toma de decisiones, la colaboración y la automatización.

Statoil afirma que su centro integrado de apoyo a las operaciones, que se inaugurará en verano, permitirá un apoyo más proactivo a la toma de decisiones en todos los yacimientos e instalaciones operados por Statoil en la NCS. Mientras tanto, el centro de operaciones de perforación verá cómo la supervisión y el control de la perforación de las trayectorias de los pozos se trasladan de alta mar a un centro conjunto de operaciones geocientíficas.

El centro integrado de apoyo a las operaciones estará conectado inicialmente a las instalaciones de Gina Krog y Grane, en el Mar del Norte, y Asgard, en el Mar de Noruega, y posteriormente se extenderá al resto de las instalaciones del NCS operadas por la empresa. El centro de operaciones de perforación estará listo para sus primeras operaciones este otoño, afirma Statoil.

La digitalización llega y lo hace rápido. La PSA quiere adelantarse a los acontecimientos. Como parte de su trabajo, se va a centrar específicamente en la tecnología digital y la seguridad de las TIC en la industria, especialmente en torno a la tecnología operativa, la infraestructura y las consecuencias HSE de las operaciones a distancia.

La industria también debe ser consciente de cómo los cambios en su forma de operar, a través de la digitalización, repercuten en su forma de trabajar y en la seguridad de su personal. A largo plazo, estos cambios también podrían requerir cambios en la normativa.